Con esperanza y fe, más de trescientas familias regresan a sus hogares en una jornada histórica
En una emotiva jornada marcada por la esperanza y la fe, más de trescientas familias de las comunidades de La Esperanza, Ceibitos, Guaduales y San Isidro del corregimiento del Bajo Calima regresaron hoy a sus hogares tras dos años de desplazamiento forzado debido a la violencia en la región.
Desde tempranas horas, los habitantes, cargados de ilusiones y sueños de regresar a una vida normal, se prepararon para este día tan esperado. La noche anterior fue larga para muchos, pues el 14 de junio se convirtió en un símbolo de retorno a la vida cotidiana.
La jornada inició con una emotiva despedida en la iglesia local, donde el obispo de la diócesis de Buenaventura, Monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, ofició una misa especial. Este momento no solo fortaleció la espiritualidad de los presentes, sino que también consolidó la línea de esperanza que los acompañaría en su retorno a casa.
La alcaldesa distrital, Ligia del Carmen Córdoba, estuvo presente para despedir a las familias, enfatizando la importancia de un retorno seguro que garantice la integridad de todos los ciudadanos. Además, destacó el papel crucial de respetar los derechos de cada persona en este proceso.
El retorno estuvo acompañado por representantes del ente territorial, organizaciones de derechos humanos y el ministerio público, quienes actuaron como garantes para asegurar que se cumplieran todas las condiciones necesarias para el retorno de estas 323 familias, que suman más de 700 personas en total.
Los rostros de niños, mujeres, hombres, jóvenes y adultos mayores reflejaban una mezcla de alegría y emoción contenida al regresar a sus hogares. Para ellos, dormirán esta noche en sus propias camas, respirarán el aire puro del campo y podrán disfrutar de las calles y espacios que tanto añoraron durante estos dos años. Es un nuevo comienzo, donde sus hijos tendrán la oportunidad de crecer en un entorno seguro y familiar, bañándose nuevamente en las aguas del amado río Calima.
Este día, marcado como el «día del regreso a la vida» por los propios habitantes, simboliza no solo la culminación de un largo y difícil proceso de desarraigo, sino también el inicio de una nueva etapa llena de esperanza y reconstrucción para estas comunidades del Bajo Calima.
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