Un voraz incendio destruyó al menos 27 viviendas en el barrio Viento Libre del municipio de Santa Bárbara de Iscuandé, Nariño. Según las primeras investigaciones, la tragedia habría iniciado cuando una menor encendió una veladora, provocando que las llamas se extendieran rápidamente debido a la construcción de madera de las viviendas afectadas.
Ómar Fernández, comandante del Cuerpo de Bomberos de Iscuandé, señaló que el descuido al manipular la veladora facilitó la propagación del fuego. A pesar de los esfuerzos de la comunidad y los bomberos, las llamas consumieron las casas en cuestión de minutos, dejando a las familias con lo puesto. «La estructura de las viviendas, predominantemente de madera, dificultó controlar el incendio», explicó Fernández.
Las familias afectadas, compuestas por niños, adultos mayores y desplazados por la violencia, habían llegado a esta zona de la subregión del Sanquianga buscando mejores condiciones de vida. Afortunadamente, no se reportaron víctimas humanas gracias a la rápida evacuación liderada por los propios vecinos, quienes reaccionaron oportunamente al percatarse del peligro.
Sin embargo, la pérdida material ha sido devastadora. Las familias quedaron sin hogar y sin pertenencias, enfrentándose ahora a una dura realidad. Fernández hizo un llamado urgente para ayudar a los damnificados. «Estas familias necesitan ropa, alimentos, frazadas y utensilios de cocina porque quedaron sin nada», declaró.
Esta tragedia pone de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades desplazadas en zonas rurales de Colombia, donde la falta de recursos y medidas preventivas incrementa los riesgos ante desastres como este. Autoridades locales y organizaciones sociales trabajan en la recolección de ayuda humanitaria para los afectados.
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